Declaración de intenciones

Antes de nada daros la bienvenida a este modesto Blog.
Bueno compañeros, como veis, aquello que se inicio como una conversación de chigre entre dos amigos, continuó con diversos contactos y reuniones de gente con voluntad y comprometidos con nuestra memoria y raíces, ha transformado aquel proyecto de recuperar lazos en una realidad.
Nuestro sueño es, con todo el respeto y la humildad, seguir siendo la voz unida de todos los mineros del Pozo Tres Amigos, nuestro pozo, de aquellos que no renuncian a su pasado, pero tampoco al porvenir.
Y es que las cuencas mineras padecen la peor de las enfermedades que nuestro trabajo podría producir, la enfermedad degenerativa del olvido y el abandono. Algunos habitantes de las cuencas recordamos con nostalgia, los tiempos en los que el carbón era el modo de vida de casi todo el mundo, y los mineros “éramos una raza única e irrepetible”. Por eso es por lo que queremos mantener la memoria, las vivencias, nuestros recuerdos….. una parte muy importante de nosotros mismos, de nuestra vida.
Así que ya sabéis, disfrutad del Blog y animaros a contactar y trabajar con nosotros para mejorar, para animarnos, para criticarnos, para enviarnos fotos o documentos, etc, todo ello a través del siguiente correo electrónico
pozotresamigos@gmail.com

¡¡ Esperamos vuestros correos!!
¡¡Os esperamos!!

lunes, 11 de febrero de 2013

Amor de madre al calor del carbón


Un nuevo texto nos ha llegado por correo electrónico y tal y como os habíamos prometido, lo publicamos. Y ello a pesar que no nos los firmáis, ni tenemos forma de contactar con vosotros. Así que disculpa compañero anónimo, si el titulo de la entrada no se corresponde con tu intención, pero como no te puedo consultar .....

Trabajadores de Tres Amigos apoyando en las movilizaciones
de los compañeros de Jovesa, en febrero del 99.
En estos días donde en nuestro país hay mucha gente pasándolo mal, donde nuestros retoños no encuentran trabajo, donde los que lo tienen están trabajando en precario y la gran mayoría del resto están agobiados porque no saben lo que les falta para quedar de patitas en la calle, aquellos de nosotros que nos tocó vivir el momento donde la reconversión no traumática de la minería nos apartó del centro de trabajo en buenas condiciones tanto físicas como económicas , no podemos ni debemos dejar de luchar codo con codo con todo aquel que lo necesite.
¿Se nos ha olvidado aquel sentimiento de solidaridad del que hacíamos gala y del que tan orgullosos nos sentíamos?
Quizás fuera otros tiempos, otros momentos, quizás teníamos otras edades, pero……. ¿las injusticias por las que luchamos eran diferentes a las de ahora?
Si antes no mirábamos de lado ante las injusticias ¿lo vamos a hacer ahora?
Comparados con el resto, algunos somos unos privilegiados, incluso se nos envidia y se nos critica pero ¿no tenemos hijos o parientes pasándolo mal?
Ojala nuestros hijos pudieran decir o hacer la misma reflexión que yo me hago en el siguiente escrito.
Madre, me alegro de no haberte obedecido.
Raramente una madre se equivoca cuando de aconsejar a un hijo se trata, una madre que vivió las estrecheces de una infancia donde la comida no era muy abundante , donde los jornales daban para lo que daban y donde con la magia de su sabiduría supo sacar adelante y sin ninguna carrera ni estudios a sus cuatro retoños.
Una madre que cuando empezaba a levantar cabeza porque la situación de su familia mejoraba, pierde al compañero y queda con una mísera pensión y los retoños a medio criar.
Esa madre que no se sabe como, saca adelante la casa y anima a sus retoños a estudiar y sobre todo al más pequeño de ellos que es el único varón.
Años de sacrificios y de privaciones para que el güaje estudie.
Empiezas en la Universidad y cuando estás acabando, se te ocurre decirle a esa madre que abandonas, que no quieres seguir, con lo que, todos los esfuerzos que hizo no van a valer para nada.
Esa madre que más allá de pedirte que recapacites nunca te ha echado nada en cara, esperando que todo sea un calentón y que aunque le cueste un poco más acabes lo que empezaste.
Esa madre que sufre cuando al llegar a casa los primeros días de trabajo con las manos llenas de ampollas, creadas por los guantes y la falta de costumbre, te anima a que lo dejes y llora al verte marchar.
Nada de lo que una madre así pueda aconsejarte puede ser malo, seguro seguro que tenia razón.
Nuestros compañeros, allá por 1976, en un entierro en Sama.
El orgullo y terquedad de aquel retoño le llevó a entrar a trabajar en la mina, dándole a esa madre el primer y mayor disgusto de su vida.
Tu padre se había matado en ella.
Hoy años más tarde tengo la suerte de poder decir aquello de: “madre me alegro de no haberte obedecido”, pero simplemente porque la suerte me ha sonreído y porque me siento un afortunado desde mi prejubilación. Tus consejos eran los acertados pero en el momento en que vivimos aquella equivocación que cometí salió recompensada.
Se que mi madre estará feliz por ello allá donde se encuentre

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