Siempre me ha sorprendido la cantidad de “equilibrios” que hacen algunas personas, para intentar alcanzar la cuadratura del círculo, estar en misa y repicando, o poniendo velas a diestro y siniestro. Digo esto ante la negativa del PP, Podemos e IU, a firmar el Acuerdo por el Carbón, suscrito por los sindicatos y la patronal, en la Escuela de ingenieros de minas y energía de Madrid, así como por el PSOE, Foro Asturias, Comunidades Autónomas de diferente signo, casi cien Ayuntamientos, y Asociaciones.
Que no firme el PP causa poca sorpresa. Es más, no es garantía de nada, pues ya está incumpliendo el que firmó en noviembre del 2013 con la minería. Lo realmente sorprendente son siempre los apoyos “morales”, sin comprometerse hasta el último extremo con los supuestos “apoyados”.
Parece ser que el problema de que Podemos e IU no hayan firmado, reside en quienes son los otros firmantes. Sinceramente, esta actitud le lleva a uno a hacerse a sí mismo varias preguntas:
¿Qué es lo que importa? ¿Quién firma, si se firma, o que se firma?
A los mineros y mineras, ¿les importa que se firme, o si lo firma o no Foro Asturias?
¿Hay algún acuerdo que se firme en el conflicto capital-trabajo, que satisfaga plenamente a la clase trabajadora? De no existir, ¿hay que renunciar a los convenios colectivos?
Bien, pensemos que la insuficiencia de un acuerdo nos invita a no adherirnos a él. Acto seguido, o mejor, previamente, tendría que haberse tenido “en mente”, alguna alternativa al posible y maléfico acuerdo “infirmable”, por si aquello de que, una vez más, las correlaciones de fuerzas pudieran no sernos favorables.
El problema surge, cuando a partir de no tener ninguna responsabilidad directa en la gestión del conflicto, se intenta justificar la adhesión o el rechazo desde la perspectiva de quien haya firmado o no vaya a firmar. Actitud que, en cualquier caso, lo que evidencia, es más acomplejamiento y subalternidad, que posición propia ante el conflicto, independientemente de que incluso pueda no apetecer hacerse fotos con algún firmante, dado que la “histórica” perspicacia de algunos dirigentes, le hace saber de antemano, que algún que otro firmante solo quieren engañar a todas y todos, por mucho que se lo puedan reclamar los de la parte siempre más débil del conflicto. Es decir, la clase trabajadora.
Traduciendo: Compañeras y compañeros mineros, que no os quepa la menor duda que estamos con vosotras y vosotros, pero firmar lo que habéis firmado vosotras y vosotros, no lo vamos a hacer.
A estas alturas, todo el mundo es consciente ya de los interminables “periplos” ideológicos por los que atraviesa Podemos. Lo significativo es la necesidad de justificar algunas actitudes como esta, con campañas publicitarias identitarias, de tono no muy alto eso sí, de lo que queda de IU.
Que Podemos no firme el Acuerdo de la Minería, tiene la misma solvencia política que el perfil socialdemócrata descubierto en Marx y Engels por Pablo Iglesias.
El problema para IU ya no es que firme o no ese Acuerdo. El problema es que empieza a importarle muy poco a la gente que lo haga o no. Y esto es así sencillamente, porque una organización que dejó de ser soberana le quita cualquier interés a sus opiniones.
Si acaso, solo les importará, con una gran amargura, a quienes creyeron que IU nunca les fallaría a los trabajadores y trabajadoras, porque era una organización de y para la mayoría social trabajadora, o para la clase obrera, como prefieran.
Gregorio Gordo | Ex coordinador de IUCM
http://www.nuevatribuna.es/articulo/economia-social/mineria/20160610171739129202.html