A lo peor no hacía falta que nadie lo matara. Tenía el cáncer dentro desde siempre. Lo que no justificará nunca que el tratamiento de rehabilitación fueran palos y veneno, mentiras y un sinfín de recetas sin medicina. El despiporre que viene revelándose no es distinto al de otros foros, el argumento es común: aquí nadie controla nada. Y muchos, muchos, han engordado (¿siguen engordando?) sus capillas de misales robados a todos nosotros no sólo sin contemplaciones, sino con una soberbia insultante aún en su despeñe.
La única verdad que parece sobrevivir a la desgracia minera que nos adorna es que la miseria a la que se ha condenado a familias y comarcas enteras, y el desprecio a recursos y riquezas que quizá hubieran encontrado una razón económica de ser, ha servido sobre todo para dos fines de altura: llenar de demagogia los discursos políticos con macrocifras que al final se han traducido en microresultados reales para las cuencas y suculentos escaños para el figureo (ahí seguimos); y llenar los bolsillos del sonrojante tejemaneje de trileros que parece ser el negocio del carbón. Tanto en la parte empresarial como en la administrativa. Si los unos hicieron del engaño y el trapicheo una forma de negocio, los otros convirtieron su responsabilidad, la defensa de las arcas públicas, en un saco sin fondo ni conciencia. Tan repugnante y condenable una como otra conducta.
El informe de la Audiencia Nacional mostrando su perplejidad por tener que renunciar a un proceso que lleva años investigándose es inusualmente breve, contundente y claro desde el punto de vista de la prosopopeya judicial. Montaña de datos sobre el presunto fraude de las grandes empresas mineras leonesas en el cobro de subvenciones públicas que sobrepasaron al juzgado de Ponferrada y ahora han desarmado a la Audiencia. Todo para concluir que aquí hay millones de mentiras de empresarios, administraciones y quienes tenían que fiscalizar la cosa pública. Y una única verdad: se dieron todas las condiciones para la estafa y el saqueo. Hasta tal punto que no hay verdad que defender.
Con todo el respeto, cariño y esfuerzo entregado a la causa minera, no hacen falta enemigos ajenos para quitar razones y argumentos. Incluso en el caso de que fuera consentido, alentado o compartido desde fuera, el pozo del carbón se está tornando demasiado negro.
MARÍA J. MUÑIZ
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