Hoy hemos "presentado" en sociedad el resultado de nuestros trabajos en la instalaciones del Pozo, y la verdad que tenemos que agradecer la presencia de decenas de personas. Pero mas que explicaros nuestros motivos para hacerlo, las palabras que nos dirigió nuestro compañero y amigo mariano Bermejo, sintetizan nuestra intención y nuestros sentimientos.
Yo pisé
Asturias, por primera vez, una madrugada especialmente fría de 1983. Al volante
de mi R12 familiar, llegué frisando las 5 a las inmediaciones de Moreda del
Aller. Buscaba un pozo minero en el que debía encontrarme con el ingeniero
Belderrain para hacerle una demostración de las virtudes y excelencias de la
fotocopiadora Nashua que, a tal efecto, acarreaba en el maletero del
coche.
Como la cita
era a las 9 de la mañana, busqué con ansia un lugar donde tomar un café y
entrar en calor.
Puede decirse
que allí comenzó todo. En el chigre donde unos hombres recios y
sorprendentemente afables a esas horas, tomaban café y otros brebajes y
llenaban, en muchos casos, unas extrañas botas que portaban consigo.
Yo, pobre de
mí, de americana y corbata, me sentí durante todo el día como un pulpo en un
garaje. Y sólo la fabada y el cachopo que me prepararon para comer, en un bar
en cuesta que ya no existe, en Moreda, lograron, con la charleta informal de
los dueños, sosegarme un tanto.
Dos cosas
tenía claras: que los escasos 400 kms. que me separaban de mi Madrid, me
habían permitido cambiar de planeta. Y que me apetecía mucho, pero que mucho,
saber más sobre esta gente: Los Mineros.
Han pasado
sólo 35 años. Debo reconocer que mi fascinación por esas gentes y su
forma de vida ha ido in crescendo, hasta el punto de que hoy forma parte de una
manera intrínseca de mi propia cosmogonía e, incluso, del devenir del que ha
sido mi pequeño negocio familiar.
Tal vez ésta
sea la única razón que pueda justificar mi presencia hoy aquí: Aportar un punto
de vista externo (aunque medio-pensionista) sobre lo que está pasando con
vuestro mundo, que ya es, si me lo permitís, también el mío. Y cómo incardinar
en este proceso la iniciativa de estos extrabajadores de este pozo Tres Amigos,
empeñados en bogar contra corriente, a pesar de todo.
Sí algo
tengo claro, como consecuencia de mis múltiples viajes y vínculos por y con las
distintas comarcas mineras de España, es que la minería marca inevitablemente
un antes y un después en la sociología de sus habitantes.
Hay, sobre
todo, una característica común en todos esos grupos de población: todos ellos
participan de un impresionante orgullo gremial. Es como si haber sido minero te
forjara a fuego el carácter.
"En
todos los trabajos se fuma" se decía antes... Sí, pero no en todos se vive
y, sobre todo, se muere de la misma forma.
A poco que
se observe la historia del desarrollo de la minería, por ejemplo en Mieres, se
ve claramente como capas de población, generalmente muy desfavorecidas, se van
organizando y dignificando de una manera paulatina como consecuencia de este
monocultivo industrial. Hasta el punto de que territorios y comunidades se
adaptan, sacrificando en muchas ocasiones lo que sea necesario, para poder
seguir adelante con esta actividad... El pueblo lo da todo y olvida que, para
el poder, el suyo no es sino un trabajo más y que, en ese sentido, sólo se
justifica en tanto en cuanto proporcione los beneficios adecuados a los
verdaderos propietarios de los medios de producción. Al capital.
A veces, en
mis peores pesadillas, tengo la impresión de que el poder ha
"fumigado" la minería del carbón en Asturias (y en otros lugares) con
el producto más eficaz que conoce: el dinero.
Las comarcas
mineras tenían que pagar, indudablemente para mí, un precio político por su
reiterada insumisión. Pero es que, además, al poder le conviene acabar, de
paso, con las peores consecuencias de décadas de actividad minera: las
socioculturales; la conciencia de clase, la capacidad de lucha, la solidaridad,
el compromiso sindical y, por ende, político... El orgullo de la propia
historia.
Tres
Amigos...
¿Dónde se ha
visto que la gente, ya jubilada, no sólo se respete a sí misma por lo que hizo,
sino que además se empeñe en poner en valor, o por lo menos en lavar la cara a
aquellos elementos físicos que constituían su entorno laboral?.
¿Acaso no es
suficientemente significativo el ver como la propiedad ha optado por permitir
que el monte se lo coma todo?. Al fin y al cabo, prima la restauración medioambiental...
Mineros...
¿No os vale
con tener unos cuantos museos?.
¿Qué más
queréis?.
Porque...
vale que os juntéis una vez al año para comer y beber.
Vale que
recopiléis fotos, que hagáis libros, que tengáis un blog.
Vale
que, incluso, os empeñéis en financiar y realizar un documental a base de
horas y más horas de entrevistas, para preservar los testimonios más ásperos de
los que, poco a poco, van callando, y cayendo...
Pero... ¿A
santo de qué este empeño recurrente por mantener vivo lo que ya no existe?.
¿Es que no
os dais cuenta de que lo único que lográis es indisponer a las buenas gentes de
las comarcas con su día a día más actual. Que les enfrentáis con sus ratios más
vergonzantes; los del paro, los de la emigración, los de su esperanza de que el
Gobierno cumpla con sus compromisos?
¿No os bastó
con inflamar el país a vuestro paso?.
¿Creéis que
se puede repetir el espectáculo, altamente inquietante, de vuestra entrada en
Madrid aquella noche?.
Joder, si
hasta yo me volví a sentir orgulloso de mis paisanos... Por un momento creí,
ingenuo de mí, que se mantendrían en las calles...
Bueno,
bromas aparte. Hay que reconocer que la iniciativa que nos reúne aquí hoy
es todo un ejemplo y ¿por qué no decirlo?, hasta una llamada de atención a los
verdaderos propietarios de todas estas ruinas industriales...perdón; vestigios
de actividad industrial.
Total, ahora
que se busca darle contenido a su supervivencia...
Tal vez
alguien lo entienda y recoja el testigo. Al menos así se percibiría algún
atisbo del cambio...
En fin,
amigos, dejo para los medios de comunicación serios el panegírico sobre vuestro
esfuerzo.
A mí lo que
me interesa resaltar es que con vosotros y de vosotros he aprendido que sólo
los mejores sois capaces de seguir en la galería hasta el final. Que a vosotros
el puñetero dinero no ha logrado alienaros como debiera.
Espero, de
todo corazón, que el páramo social de otras comarcas que fueron mineras nunca
llegue hasta aquí.
Compañero,
yo tengo en la retina
la ruina
que te acecha tras la risa.
Apresura los abrazos a los tuyos.
Eleva los muros de tu compromiso.
Apreta los nudos
que te encofran en la libertad.