Como trabajador del pozo más pequeño de una gran empresa, que en su día estaba compuesta por más de 30 centros de trabajo ( pozos, minas, lavaderos, talleres, economatos….) tengo que decir, aunque a algunos les llegue a parecer petulante, que me siento orgulloso de haber pertenecido a la plantilla de dicho centro, un centro distinto, diferente al resto. Esto seguro que lo dicen todos los trabajadores del resto de los centros, pero la realidad es que como TRES AMIGOS no existió ni existirá nada. Sin menosprecio para el resto de centros, a los que respeto, éramos un centro muy familiar, allí nos conocíamos todos y por ello, al igual que en cualquier familia, estábamos pendientes unos de los otros, como si de hermanos se tratara. Lo que le pasaba a uno era como si nos lo hicieran al resto.
Pequeños pero trapudos. Cuando se convocaba huelga, era huelga para todos (en todas las familias hay alguna oveja negra), no importaba si el problema era de algún colectivo del pozo (picadores, barrenistas , ayudantes mineros, tuberos….) o si el problema venía de fuera.
Si al relevo de las 6,00 de la mañana aparecía alguien del comité por el cuarto de aseo, la pregunta acostumbrada era ¿asamblea con o sin bombachos?.
Con bambachos era para informar y sin bombachos …algo pasaba, ya nos lo explicarían, pero de momento taquilla cerrada.
En su día fuimos la punta de lanza de alguna huelgona (se inició en Tres Amigos y se difundió por toda la empresa), pero a su vez cuando había que trabajar se trabajaba.
Aún recuerdo cuando ya sonaba el Pozo Tres amigos como candidato al cierre allá por los años 80, antes que Cerezal y Venturo. Fuimos resistiendo las embestidas y así llegamos al año 2000. Nuestros resultados y rendimientos avalaron su continuidad.
La diferencia con otros centros estaba en la manera de hacer las cosas. Sin caer en el asambleísmo, los trabajadores estábamos informados de todas las negociaciones que se llevaban en el centro y en la empresa puntualmente, además participábamos de las decisiones antes de tomarlas. Aún recuerdo como si fuera hoy como se convocaba a los colectivos antes de ir a negociar para una rampla o para un colectivo, y como además del comité, asistía como asesor alguno de los implicados.
De casi nada le valía a los jefes querer negociar en particular con nadie, para eso estaba el comité. En todo momento sabías lo que ganarías en función de donde estuvieras, pues estaba marcado en las tablas.
Aún recuerdo cuando bajó la jefatura de Polio, queriendo hacer cambios y nuevas negociaciones. De nada les sirvió, allí estaba todo atado y bien atado y los que venían de fuera (jefes) a adaptarse. Los compañeros se adaptaron enseguida pues tenían las puertas y los brazos de los que allí trabajábamos, abiertos de par en par.
Por eso, por todo eso y más, el mi pozin fue diferente, es diferente y seguirá siendo diferente.
Este año, como los otros, volveremos a vernos en Noviembre y seguiremos siendo tantos o más. Lo llevamos dentro. Un saludo