Llevo días queriendo escribir un relato para este blog, pero aparte de la escasez de
tiempo, en parte motivada por los continuos desplazamientos para acompañar a
los compañeros y amigos que caminando quieren trasladar a toda España sus
justas reivindicaciones, y por las vacaciones, que mi familia se merecía muchísimo
mas que yo; pero además es que en cuanto me siento ante los papeles (soy de los
antiguos, no puedo remediarlo), y me pongo a plasmar mi idea, los recuerdos se
atropellan en mi mente, los sentimientos me encojen el corazón, los ojos se me
llenan de lagrimas, y todo ello me obliga a interrumpir mis elucubraciones.
Y
es que en estos tiempos en que gran una parte de los medios, de nuestros pseudo
dirigentes, y de esta agnóstica sociedad, no deja de denostar a los mineros, a
su (nuestro) trabajo, a nuestra historia, a nuestro patrimonio, etc., olvidando
que nuestra lucha y nuestra producción fueron el origen de la Revolución Industrial ,
de la industria en Asturias y por ende de los derechos sociales y las
libertades. ¿Tendrá algo que ver la reducción en el numero de mineros y la
humanización de su trabajo, con la perdida de conquistas sociales y la falta de reivindicación?...
No
debemos olvidarnos de la
Historia , sino estaremos condenados a repetirla, pero
fundamentalmente y ante todo, no podemos ni debemos olvidar los recuerdos, esos
que todos tenemos y que juntos conforman nuestra vida, la memoria aun viva que
no debemos ni obviar ni perder.
Recuerdos
…..
Recuerdo cuando todos los ríos de la Cuenca bajaban negros y sus
cauces estaban llenos de aquel lodo negro, el “islam”, producto de las
explotaciones mineras y de los lavaderos del carbón; cuando Mieres tenia un
olor especial provocado por el humo que vomitaban aquellas cocinas de carbón, que
solicitas atendían nuestras madres, y que eran el centro de la casa: nos
proporcionaban calefacción, agua caliente, eran horno, cocina, y centro de
muchas reuniones, y que cientos de chimeneas expulsaban al unísono; cuando junto a mis amigos jugábamos, con las
herramientas que les tomábamos prestadas a nuestros padres, a ser mineros
emboquillando galerías en cualquier monte cercano, cabeceando madera; cuando
desde nuestra autonomía juvenil de los 70´s entrábamos a explorar alguna de las
muchas bocaminas que jalonaban la
Cuenca ; recuerdo oír desde mi cama el continuo zumbido de la
ventiladora o los topetazos de los vagones en la plazoleta del pozo cercano; como
esperaba con ansiedad a mi padre a su regreso de la mina, para comer con
fruición un preciado, y ya de antemano reservado, trozo de su bocadillo, que
después de su paso por la mina tenia un sabor especial; como no, recuerdo los
ratos en que sentado sobre las rodillas de mi progenitor escuchaba totalmente
extasiado como había picado la serie, atayado el repuelgo, cabeceado el freno,
dado el colaeru, colocado las chapas, corrido el relleno o como me contaba las
luchas de mi abuelo en el 34, las huelgas silenciosas que habían organizando en
el 62 o las mas guerreras de años posteriores; recuerdo acompañar todos los
domingos a mi madre al lavadero para que allí, junto con otras muchas vecinas,
lavara la ropa de trabajo, aquellos bombachos que al tenderlos a secar por todas
las laderas de nuestros valles, las llenaban de azul mahón, de gris de las
camisetas, de cuadros de los pañuelos de pita; aquellos 1º de mayo cuando mi
padre y mis tíos se iban y nos quedábamos esperando, sin saber como ni cuando
volvería: a veces con la ropa rota o ensangrentada de correr por el monte o de
forcejear con las, por entonces tan temidas fuerzas de orden publico; sus
noches sin dormir, colocando y grapando propaganda, recogida quien sabe donde, de
un partido político en aquellos tiempos de dictadura, para luego empapelar el
cuarto de aseo o las galerías, y posteriormente, una vez restituida la
democracia oírle renegar y acordarse de todos los santos, al ver como aquel
partido, una vez en el Gobierno, se olvidaba de los ideales por los que el
había hecho todo aquello; recuerdo cuando en lo mejor de la vida sus pulmones
dijeron basta y con una pensión de miseria pasó a la inactividad minera, pues posteriormente tuvo que desempeñar un sinfín de trabajos, para que en casa no faltara nada,eso si, de lo imprescindible, nada de lujos, y de cómo después, y fruto, como
no, de la solidaridad que recorría toda la sociedad y como punta de lanza el
colectivo minero, nació el Montepio de la Mineria que durante años le aporto una cantidad
de dinero, importante en aquellos años, hasta complementarle la pensión al mínimo; recuerdo como en el colegio hablábamos del ultimo accidente mortal de tal o cual mina o pozo, de lo que haríamos para celebrar Santa Barbara y de los barrenos que ese día nos despertarían como todos los años en cuanto amaneciera,pues casi todos éramos hijos de mineros y aquella era nuestra fiesta; recuerdo a los paisanos en los chigres, por el monte de caza, en las fiestas,discutiendo sobre cual era el mejor picador de la zona, del pozo, de la
empresa, el que mas ganaba o el que mejor manejaba el hachu;…
Hornada de mineros a finales de los 60 |
Recuerdos…
Y así podría seguir escribiendo horas y horas, pero si un recuerdo es imborrable para muchos de mi generación y desde luego para mí, es oír a mi padre decir una y otra vez: estudia hijo que no quiero esto para ti, nunca entres en la mina, ni de visita. Y desde luego no le hice caso, como iba a hacérselo si en mi sangre, como en la de la mayoría de mis amigos y compañeros de estudios de aquella época ya se había inoculado ese veneno, es mas, estoy casi convencido que la primera bocanada de aire que muchos dimos al nacer en la cuenca ya nos lleno los pulmones de carbón, o quizás fuesen los genes heredados de abuelos y padres mineros los que estaban en nuestra sangre y cual virus maligno se desarrollaron al alcanzar la mayoría de edad.
Pero no me arrepiento de no haberle hecho caso, como voy a arrepentirme si la mina ha sido y es mi vida, mi trabajo, mi sustento y el de mi familia ayer, hoy y espero que mañana. He sido, soy y seré minero para siempre.
Y así podría seguir escribiendo horas y horas, pero si un recuerdo es imborrable para muchos de mi generación y desde luego para mí, es oír a mi padre decir una y otra vez: estudia hijo que no quiero esto para ti, nunca entres en la mina, ni de visita. Y desde luego no le hice caso, como iba a hacérselo si en mi sangre, como en la de la mayoría de mis amigos y compañeros de estudios de aquella época ya se había inoculado ese veneno, es mas, estoy casi convencido que la primera bocanada de aire que muchos dimos al nacer en la cuenca ya nos lleno los pulmones de carbón, o quizás fuesen los genes heredados de abuelos y padres mineros los que estaban en nuestra sangre y cual virus maligno se desarrollaron al alcanzar la mayoría de edad.
Pero no me arrepiento de no haberle hecho caso, como voy a arrepentirme si la mina ha sido y es mi vida, mi trabajo, mi sustento y el de mi familia ayer, hoy y espero que mañana. He sido, soy y seré minero para siempre.
Mi progenitor, eso si, en sus tiempos mozos |
Quizás
si de algo me tengo que arrepentir, es de no haber sabido transmitir, de la
misma manera que hicieron conmigo, a mis hijas estos sentimientos, de no haber hecho
o luchado lo suficiente para que estos recuerdos puedan seguir repitiéndose en
sucesivas generaciones, para que mis hijas tengan la posibilidad, o el derecho
mas bien, a poder elegir si quieren vivir donde lo han hecho sus antepasados y
a disfrutar de sus recuerdos.
No tenemos derecho ni podemos quedarnos pasivos mientras dilapidan y hacen desaparecer nuestros recuerdos y nuestro pasado, mientras masacran el presente y nos roban el futuro, secuestran el futuro a nuestros hijos, a nuestras Cuencas, al menos a algunos no nos permite la conciencia seguir observando tanta barbarie y quedarnos impasibles. Luchemos al menos, para que los firmantes del cierre de las minas, de la condena al abandono y el olvido de las Cuencas, no sean los ganadores políticos y morales de nuestras batallas.
Recordemos….
No tenemos derecho ni podemos quedarnos pasivos mientras dilapidan y hacen desaparecer nuestros recuerdos y nuestro pasado, mientras masacran el presente y nos roban el futuro, secuestran el futuro a nuestros hijos, a nuestras Cuencas, al menos a algunos no nos permite la conciencia seguir observando tanta barbarie y quedarnos impasibles. Luchemos al menos, para que los firmantes del cierre de las minas, de la condena al abandono y el olvido de las Cuencas, no sean los ganadores políticos y morales de nuestras batallas.
Recordemos….