Hoy es Santa Bárbara, patrona de todos los mineros y por ello creo
que es completamente necesario e inevitable hacer alusión en
este blog a la festividad. Una fiesta que, por desgracia, cada año que pasa tiene
menor repercusión, ya que nos quedan pocas minas y pocos miner@s. A pesar de
ello no podemos, ni debemos, ni queremos, ¿a que no? olvidar quienes somos y de
dónde venimos, aunque el a dónde vamos vale mas no preguntárselo, pues
parece que la respuesta apunta a un futuro mas negro que el propio carbón.
Lo cierto es que los mineros nunca nos hemos caracterizado por ser excesivamente creyentes, y de la mayoría de los santos, en el trabajo, solo nos acordamos cuando las cosas no nos salen del todo bien, aunque eso no creo que sirva para ganarse el cielo. Pero Santa Bárbara es diferente, es nuestra santa, nuestra protectora, y aunque solo sea cuando truena, nos acordamos de ella. Desde la ubicación de alguna de sus representaciones, siempre en algún lugar privilegiado de todas las minas y pozos, ha sido testigo, de las duras condiciones y penalidades que hemos sufrido los mineros, cuando salíamos de casa sin tener la certeza de volver. En otras ocasiones, ha sido testigo del llanto y el desaliento de algunas familias cuando el estridente y agudo aullido sin fin del “turullu”, alertaba a todos los alrededores de algún desgraciado y mortal accidente.
Lo cierto es que los mineros nunca nos hemos caracterizado por ser excesivamente creyentes, y de la mayoría de los santos, en el trabajo, solo nos acordamos cuando las cosas no nos salen del todo bien, aunque eso no creo que sirva para ganarse el cielo. Pero Santa Bárbara es diferente, es nuestra santa, nuestra protectora, y aunque solo sea cuando truena, nos acordamos de ella. Desde la ubicación de alguna de sus representaciones, siempre en algún lugar privilegiado de todas las minas y pozos, ha sido testigo, de las duras condiciones y penalidades que hemos sufrido los mineros, cuando salíamos de casa sin tener la certeza de volver. En otras ocasiones, ha sido testigo del llanto y el desaliento de algunas familias cuando el estridente y agudo aullido sin fin del “turullu”, alertaba a todos los alrededores de algún desgraciado y mortal accidente.
Comida de Sta Barbara en los años 60 |
No obstante, los mineros y las Cuencas nos hemos hecho siempre
una piña en momentos difíciles y hemos sido también conscientes de que la
dureza de nuestro trabajo, hay que combatirla y hacerla más llevadera con el
disfrute, en determinados momentos, de alegría y fiestas. Por ello, el 4 de
diciembre, los mineros veneramos desde antaño a nuestra patrona y protectora,
Santa Bárbara, con todo tipo de actos, que gracias a la voluntad de grupos de compañeros
y amigos, como la Hermandad
de Sta. Barbara de Mieres, a las de alguno de los Pozos, al grupo Nuberu, etc. no han caído en el
olvido. La tradición forma parte de nuestra identidad cultural y sigue siendo
un testimonio de nuestro pasado, de ese pasado en que la actividad minera era el sostén de la economía, en el que el carbón era el modo de vida de casi
todo el mundo, de lo que nos han
legado nuestros padres y abuelos, y que sin lugar a dudas nos define como
pueblo, como trabajadores, como grupo, y que constituye uno de nuestros signos
de identidad más genuinos: sentirnos mineros,
una raza única e irrepetible que siempre abanderó y sigue abanderando la
exigencia de justicia social e igualdad, para estas comarcas hoy tristes
y despobladas de juventud, casi abandonadas a su suerte. Pero no no pongamos tristes y repasemos la historia de nuestra protagonista.
Hermandad del año 1994 |
Cuenta
la tradición recogida por Padres Benedictinos de Paris que “Un acaudalado
pagano, noble y supersticioso, llamado Dióscoro, tenía una hija, Bárbara. …La
joven admirada y elogiada por su virtud y belleza, era ferviente
creyente…Bárbara recibió el bautismo, renunció al mundo y ofreció su corazón a
Dios, rechazando a ilustres patricios que, alentados por su padre y seducidos
por su hermosura y fortuna, la habían solicitado en matrimonio. Debiendo
emprender viaje, Dióscoro, sea para sustraer a su hija de las influencias
cristianas, sea para infringirle castigo, mandó erigir una torre de robusta
obra de fábrica con dos ventanas y un baño romano adosado, para enceldar a
Bárbara. Deseosa de honrar a la Santísima Trinidad , la reclusa ordenó se abriera
una tercera ventana, y adosar una cruz en un muro del baño, como símbolo de fe
cristiana, convirtiendo su patíbulo en alegoría, como hicieron los primeros
creyentes. Cuando el padre regresó de su dilatado viaje, viendo el arraigo de
su hija cristianizada, que se negó al culto de los dioses que despreciaba, y se
afirmó en su decisión de seguir adorando a un Dios único y verdadero,
enfurecido quiso ejecutarla, pero la joven logró zafarse…. El colérico padre,
cegado por la ira, temeroso de los suyos y de la perdida de sus privilegios y
caudales, arrastró ante el pretor de la provincia, a la infeliz que, condenada
por el juez, fue supliciada. El martirio, según Baronio, tuvo lugar en
Nicomedia…El exaltado padre, para mayor escarnio y ejemplo justiciero, exhibe a
la torturada, despojada de toda vestimenta, a la aterrada población, pero a las
súplicas de Bárbara el cielo responde velando con oscuras nubes y densa niebla
el lugar, y Dios cubre a la mártir con una túnica. La tragedia se cierra con la
decapitación de la joven por su propio padre, que acto seguido es fulminado por
un rayo….”
Se
desconoce a ciencia cierta el lugar de su martirio, ya que varias ciudades se
lo disputan, entre ellas: Nicodemia, antigua ciudad de Asia Menor, al este de
Propóntida, colonia romana, en la que murió Aníbal; o Heliópolis aunque no se
precisa si fue la ciudad egipcia o la siríaca que destruiría el tártaro
Tamerimán. La fecha de su martirio parece estar entre los años 235 a 313. Aunque en el santoral cristiano no aparecería hasta que el griego
Metafrasto, incluyó en el mismo, allá por el siglo X, la vida de 122 santos, entre ellos Santa
Bárbara. Su culto se entendió por diversos lugares tales como: Egipto, Asia
Menor, Lavinia, Bélgica, Países Bajos, Francia, Suiza y en Alemania,
concretamente en las regiones de Renania y Westfalia.
Parece ser que esta
tradición llega a España con el impulso dado a la minería por el rey Carlos
III, promotor de la creación de la primera Escuela de Minas, en la población de
Almadén, el 14 de julio de 1777. Hasta esa época los conocimientos del laboreo
y de las técnicas mineras eran enseñados en unas pocas academias centro
europeas, países en los que ya era venerada Santa Bárbara, como protectora de
la minería. Esa influencia europea debió arraigar esta tradición por el
patronazgo de la Santa
de la Minería. Y
desde entonces hasta hoy ¡VIVA SANTA BÁRBARA!