Declaración de intenciones

Antes de nada daros la bienvenida a este modesto Blog.
Bueno compañeros, como veis, aquello que se inicio como una conversación de chigre entre dos amigos, continuó con diversos contactos y reuniones de gente con voluntad y comprometidos con nuestra memoria y raíces, ha transformado aquel proyecto de recuperar lazos en una realidad.
Nuestro sueño es, con todo el respeto y la humildad, seguir siendo la voz unida de todos los mineros del Pozo Tres Amigos, nuestro pozo, de aquellos que no renuncian a su pasado, pero tampoco al porvenir.
Y es que las cuencas mineras padecen la peor de las enfermedades que nuestro trabajo podría producir, la enfermedad degenerativa del olvido y el abandono. Algunos habitantes de las cuencas recordamos con nostalgia, los tiempos en los que el carbón era el modo de vida de casi todo el mundo, y los mineros “éramos una raza única e irrepetible”. Por eso es por lo que queremos mantener la memoria, las vivencias, nuestros recuerdos….. una parte muy importante de nosotros mismos, de nuestra vida.
Así que ya sabéis, disfrutad del Blog y animaros a contactar y trabajar con nosotros para mejorar, para animarnos, para criticarnos, para enviarnos fotos o documentos, etc, todo ello a través del siguiente correo electrónico
pozotresamigos@gmail.com

¡¡ Esperamos vuestros correos!!
¡¡Os esperamos!!

viernes, 6 de diciembre de 2013

Pregón de Andrés Velasco González

Os reproducimos el pregón que, nuestro amigo y ya compañero, Andres Velasco, nieto de uno de los Pepitos que teníamos de vigilantes en el pozu, nos contó el pasado dia 30 de Noviembre, en la carpa del parque Jovellanos con motivo de nuestra 4ª Reunión. Próximamente os pondremos el vídeo para aquellos que prefiráis escucharlo.
Gracias Andrés. 
Buenos días a todos. 
Cuando en junio me llamó Florín para decirme que habían pensado en mí como pregonero para esta comida no dude en decirle que sí. Y no lo hice porque aunque yo no trabajé nunca en la mina, y los pozos que conozco solo los he pisado por fuera, me siento uno más de la familia minera. A ella me unen lazos de sangre, que son los que me han traído hoy aquí. 
Bueno, que mi trabajo también me une a vosotros, porque decirme, ¿Cuántos de vosotros no habéis utilizado alguna vez las páginas de La Nueva España para envolver el bocadillo que llevabais para comer al pozo?
Bromas aparte, desde que nací mamé ese espíritu de lucha, de carácter, de compañerismo y de solidaridad que todos y cada uno de vosotros, como mineros encarnáis. Y en mi casa siempre he tenido muchos ejemplos de ello. Mi padre, José Ramón, sin ir más lejos, no trabajó como vosotros en Tres Amigos, pero sí conoce otros pozos como Candín, Fondón o Santiago, donde desarrolló su carrera en la minería hasta que se prejubiló, y entonces pasó a desempeñar su actividad laboral y a pluriemplearse... en las pistas de tenis de Vega de Arriba y fregando los cacharros en casa. Mi madre Trini, mi abuela, Nieves, que además perdió un hermano en la mina, mi propia hermana Lucia o mi novia Laura, tampoco son ni fueron mineras, pero como igual que las mujeres de vuestras casas, también sufrieron los miedos que provoca tener a alguien cercano trabajando en la mina. Una mina en concreto, la vuestra, la de Tres Amigos, en la que trabajó muchos años, tantos como 26, José Antonio González, Pepito, mi abuelo, del que hoy os voy a hablar y por el que hoy estoy aquí.
Entró en el pozo a los 14 años, en Figaredo, el único sitio donde cogían a guajes de esa edad. Ahora eso ya no se lleva. Llegó a Tres Amigos en el año 64, y allí codo con codo con muchos de vosotros, picó carbón durante, como dije 26 años. Perdió compañeros, paso buenos momentos, otros más complicados, pero hoy está aquí junto a vosotros y junto a mí, siendo una de las personas por las que gracias a él yo soy quien soy. Los primeros años de mi vida me crié en su casa, y pese a que los años pasan, nos hacemos mayores y nos independizamos un poco, sigue y seguirá siendo una pata fundamental en mi vida.
Recuerdo aquellos años en los que vivíamos en el barrio de Arroxo, en una casa con jardín, en la que lo único que hacía era romper los rosales que mi güelu plantaba a balonazos y jugar en aquella casa. También quería contaros una anécdota que recordaba de cuando veía a Pepito llegar a casa con la calva llena de postillas y heridas. Pero amigos, hace unos días se me cayó el mito, y me enteré de que llevo casi 30 años engañado. ¿Porque os digo esto?...  Cuando yo le preguntaba a mi abuelo que que era lo que había pasado y porque tenía heridas en la cabeza, el siempre me respondía lo mismo: “fue un costeru”. Yo, inocente de mí, me lo creía. Puede pasar, ¿no? Pues bien, la semana pasada, como os decía, se me cayó el mito. Resulta que de costeros, nada de nada. En la casa en la que vivíamos entonces teníamos un sotano con poca altura, y Pepito, que siempre fue muy amigo de hacer chapuzas, pasaba allí mucho tiempo, y sin casco, no como en la mina, con lo que más de una vez, aquellas heridas de la cabeza venían de rozar con el techo del sotano… Menudos costeros había allí abajo…
Amigos, la minería hoy en día no es lo que era, y parece ser que pronto, sencillamente, dejará de ser. Los pozos en los que vuestros compañeros se dejan día a día la salud, y algunos se han dejado la vida, van a cerrar. Y lo van a hacer porque es mucho más barato traer el carbón de países en los que los derechos de los trabajadores, esos por los que también luchasteis vosotros y seguro que os costó más de un disgusto obtener, esos derechos, se ningunean. Es más barato traer el carbón de Colombia o Sudáfrica, sacado en condiciones infrahumanas, que explotar el propio. Los que mandan, que son los que tienen un su mano cambiar o no las cosas, han decidido que la mina en Asturias y en España ya no vale, ya no es buena, y hay que cerrarla. Que hay que cortar los cables de las jaulas, como hicieron en el año 2000 con la vuestra del pozo tres Amigos, enterrando allí una historia que cada año os encargáis de recuperar con estas reuniones para que a nadie se le olvide, que allí, en Tres Amigos, se sacó carbón, mucho carbón.
Por mi trabajo, sobre todo en estos dos últimos años me ha tocado vivir muy de cerca todo el conflicto alrededor de la minería. También tragedias, como la de León de hace unas semanas. He tratado de contar día a día en el periódico todo lo que ocurría, de la manera más objetiva posible, aunque bien es cierto que siendo de corazón minero y de familia minera a veces se hace muy difícil. Cuando ves injusticias, cuando ves gente sufrir por sus puestos de trabajo, por su futuro, por el de sus hijos o nietos, es muy difícil mantenerte al margen como un mero observador que trata de contar las historias tal y como suceden.
El año pasado participé en la marcha negra durante buena parte de la misma. Allí me di cuenta realmente de lo que era la familia minera. Más allá de las diferencias que pudiera haber entre unos y otros, todos somos personas, lo cierto es que entre los casi 200 hombres y mujeres que participaron, el sentimiento de hermandad era generalizado. La lucha solo tenía un objetivo, salvar el carbón, salvar las minas, salvar las comarcas mineras.
Unas comarcas mineras, por otra parte, en las que cada vez hay menos población. Cada vez somos menos porque los jóvenes, y vosotros lo sabéis bien porque seguro que tenéis algún caso cerca, nos vemos obligados a coger las maletas, y salir de una tierra que nos vio nacer pero que nos obligan a abandonar. Vosotros, amigos, sois un ejemplo de que los jóvenes debemos luchar también por nuestra tierra, por el futuro de estas comarcas, porque nos den alternativas para evitar que todo esto se quede como un solar.
 Amigos, hoy es un día especial para vosotros, y también para mí. Me siento muy orgulloso de estar aquí dirigiéndoos estas palabras, y más aun sabiendo que es la primera vez que hacéis esta reunión en Mieres, la villa que me vio nacer, en la que trabajo, en la que vivo y a la que quiero.

Ý para despedirme solo quiero lanzaros un mensaje de respeto y de cariño. Sois un auténtico ejemplo para las generaciones venideras. Gracias a vosotros, muchos podemos vivir con ciertos derechos que sin la lucha obrera de la que los mineros sois punta de lanza, jamás se habrían conseguido. Seguid así, continuad con estas reuniones, y haced que la memoria de ese pozo en el que trabajasteis, Sela, Tres Amigos, siga viva para siempre. ¡Puxan los mineros! ¡Puxa Tres Amigos!.

1 comentario:

Andrés Velasco dijo...

Muchas gracias a todos vosotros por hacerme partícipe de un acto tan entrañable y especial.