jueves, 3 de octubre de 2013

Pringaos del mundo entero, ¡uníos, joder!

Con este título aparecía el otro día un artículo en el periódico y el mismo me hizo reflexionar sobre lo que está pasando y sobre lo que nos está pasando.
El concepto de clase social está pasando por encima de la conciencia de clase y nuestro mundo se está convirtiendo algo abominable y aborrecible. Un mundo donde la diferencia de cases se distancia más y más, donde el rico es cada vez más rico y el pobre cada vez más pobre.
Se ha concebido la nueva clase social del “precariado” : trabajadores sin asideros psicosociales, inseguros, con empleos fugaces, nunca fijos, sometidos a jornadas ilimitadas, ingresos paupérrimos y a aceptar lo que se te ofrezca porque lo poco es más que nada.
Podemos hablar incluso del precariado contento, pues aunque sus condiciones laborales sean leoninas, según algunos deberían darse con un canto en los dientes pues hay muchos otros que no tienen ni eso.
¿Cómo es posible que la desidia o la resignación nos esté dominando?
¿No deberíamos dar un paso al frente?, ¿acaso renunciamos de golpe a aquella sociedad del bienestar por la que tanto se luchó y por la que tanto sufrieron nuestros familiares no tan lejanos?
¿Vamos a consentir que nos llamen pringaos a la puta cara y vamos a resignarnos aceptando todo y tragándonoslo todo?
La conciencia de clase que nos unía en la lucha contra las injusticias ¿Dónde está?
Se nos avecina un futuro muy malo y seremos culpables en buena parte de ello por no hacer nada. Han logrado individualizarnos de tal modo que nos han inmunizado contra las injusticias, tanto las ajenas como las propias.
Bertolt Brecht decía:
Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó.
Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó.
Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó.
Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó.
Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó.
Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde.
Reflexionemos y despertemos del letargo en el que estamos metidos.
"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles."