domingo, 9 de septiembre de 2012

Mineros del mundo ¡¡UNIOS!!


Yo me hice hombre escuchando estribillos como éste: Si no trabajo me matan y si trabajo me matan. Siempre me matan, me matan. ¡Ay, siempre me matan!.
Llevo unos meses en los que no puedo dejar de tararear la dichosa cancioncilla y lo cierto es que me ha parecido que tal vez valiese la pena compartir los motivos con vosotros. Creo que si alguien puede entenderme sois precisamente vosotros, compañeros.
En Sudáfrica, un régimen más que jaleado por nuestros ideólogos políticamente correctos, no sólo mantiene y ampara condiciones de trabajo pseudoesclavistas sino que se atreve a usar la más atroz violencia del estado para masacrar a quiénes tienen la intolerable osadía de manifestarse en aras de mejorar su futuro.
Supongo que sus tenaces políticos seguirán cursos de perfeccionamiento sofista en alguna universidad afín al Tea party; sólo así sería comprensible que, además, se atrevan a acusar a los mineros que se manifestaban de ser los culpables de la muerte de sus compañeros.

El estado no asesina; sólo reorienta.
Pero yo no puedo prescindir del tarareo. Es que eran, son, mineros. sudafricanos, negros y mineros.
Estoy, decididamente, de psiquiatra. A mí también deberían reorientarme. ¡Ay, siempre me matan!
Los mineros italianos de Carbosulcis
durante su encierro
Italia, cuna de civilizaciones, miembro ilustre de todas las organizaciones que lo son. Más mineros. Gentes indeseables, incultas, empeñadas en no disfrutar de las evidentes ventajas del progreso que, especialmente a las sociedades de la vieja Europa, ofrece la bobalización, perdón, quise decir Globalización. Es exasperante tener que aguantar la necedad de estas comarcas que, allí igual que aquí, no son capaces de agradecer lo ya hecho. En lugar de disfrutar de las enormes ventajas que ofrecen conceptos como la movilidad geográfica, la competitividad global, el reciclaje profesional, la formación continua y el ocio creativo, estos personajes antisistema afrentan a la sociedad a la que dicen pertenecer encerrándose en la mina ¡y con explosivos!. Para esto les sirve la libertad a los botarates de los mineros. Incluso uno de los más necios se atreve a hacernos creer que están desesperados cortándose las venas ante las cámaras.

Y el problema es que en Italia el estado no sólo tiene que reorientar, también debe cuidar las formas. De momento, mineros 1 estado 0. Han derogado la ley que les suprimía el derecho a tener derecho a su propio futuro. De momento.
El tarareo es obsesivo. Pero también es cierto que ellos no tienen un ministro como el nuestro. Ya dejó claro Zapatero que les habíamos adelantado, a los italianos…
Aquí, compañeros, ya no está claro cómo enfocar la cuestión. Mineros tenemos, cada vez menos pero tenemos todavía. Explosivos, creo que también; de hecho últimamente nuestro ambiente general es altamente explosivo. Si en España se tuvieran que encerrar todos los que se están quedando sin futuro merced a esta estafa planetaria que ellos llaman la crisis financiera, no habría muros suficientes.

¿Hasta cuándo vamos a seguir aguantando a esta panda de descreadores de mundos?
Para que cese mi tarareo necesito escuchar bien alto a Víctor Jara cantando ¡A desalambrar!

Para que nuestros hijos vuelvan a tener derecho a elegir su futuro os pediría a todos que vengáis el próximo día 15 a Madrid y os unáis a mi grito:
                                                          ¡QUE SE VAYAN!

Mariano Bermejo

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